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Madurar es más que irse de casa de los papás

Madurar es más que irse de casa de los papás

Reflexión / Jueves, 4 de Junio de 2020 a las 11:33 PM
Autor: Jose Raul Bernal

Es fácil confundir la madurez con simplemente vivir nuevas etapas en la vida, porque en ocasiones los halagos se hacen de forma equivocada. La adulación es una cruz pesada que a veces termina por cegar.

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Madurar es evolucionar y revolucionar la mente propia

La madurez no se puede medir en cantidad de vellos, años, mucho menos por lo que hemos conseguido. Porque a veces lo que conseguimos llega por hechos ajenos a nuestro esfuerzo. Probablemente el evento más usado para confundir nuevas experiencias con madurez, es irse de la casa de los papás. Ese momento es algo que fuerza a las personas a madurar porque es adquirir nuevas responsabilidades, estar pendiente de muchas cosas que antes ni se sabía que existían, y finalmente es ser el responsable y el garante de tu propia seguridad, bienestar, y calidad de vida. La madurez más que cualquier cosa, es la evolución de la conciencia y un acercamiento genuino a la espiritualidad, que no es otra cosa que obrar con la intuición.

Bajo esta lógica una persona madura sufre menos que una persona inmadura por razones muy simples:
-Una persona inmadura no piensa en los problemas en términos de soluciones sino de obstáculos.
-No logra relacionar una dificultad con su aprendizaje inherente o el reto asociado.
-No quiere resolver nada porque cree tener unos papás eternos o unos tutores que siempre solucionarán todo.
-Piensa sólo en estar bien él sin tener en cuenta a los demás, y éstas actitudes tienden a devolverse.
-Nunca logran identificar cosas que son de una importancia sustancial y que son triviales a simple vista.
En consecuencia, una persona que no madura no logra establecer el concepto de que debe ser un elemento que pueda servir a los demás en vez de ser una carga, y esto genera malestar en él mismo y en los demás.

Continuando con el ejercicio, una familia conformada por personas que no lograron madurar nunca al punto de ser elementos solidarios, que inspiren seguridad, que busquen soluciones ante los problemas en vez de buscar obstáculos, y que evitan ser una carga para los demás; no van a poder cultivar confianza y seguridad en sus hijos. Van a ser vistos en el mejor de los casos como los hermanos mayores que nunca hicieron nada con sus vidas. No van a existir las figuras de autoridad de las que hay que aprender, que tienen la razón porque tienen la experiencia o al menos un concepto claro de lo que está bien y lo que está mal. Serán la inspiración de los hijos para desobedecer y crecer sin una estructura, sin un sistema de valores y sin un ejemplo a seguir.

La muerte de mi papá por ejemplo, fue para mi el final de una época. Me he preguntado muchísimas veces cómo habría sido yo si no hubiera crecido con él. Si mi intolerancia ante lo que considero la trampa, la mentira, la hipocresía sería igual de radical. Si mi preocupación por lo perfecto, lo sencillo y lo funcional se hubiera mantenido; que son algunas características que considero me describen a un nivel aceptable.

Bajo la tesis de mi propia experiencia de vida digo que es imposible, o por lo menos es una tarea muy difícil lograr una madurez mínima cuando no se tiene como referente un sujeto digno de admiración. Y de esta manera si todos formáramos familias sin lograr esa madurez, conformaríamos una sociedad que no cumple los requisitos mínimos para llamarse como se quiere llamar "sociedad", porque donde no existe confianza, camaradería, superación, solidaridad ni respeto, nadie puede ser socio de nadie. Por el contrario, todos buscarán la manera de estafarse, humillar a los demás con cualquier peso mal habido, y cultivar odios innecesarios.

En un nivel superior encontramos al estado, conformado por las familias de esa sociedad si así se quiere llamar, que con su madurez, su espiritualidad y su conciencia van a elegir representantes. Este estado va a tener una madurez tan desarrollada como la de sus familias, que a su vez serán tan maduras como cada individuo. Aquí es donde la cantidad de vellos faciales no significa nada, pero el grado de empatía hacia los demás lo es todo. Napoleón Bonaparte habló de Maria Antonieta de Austria, haciendo referencia a esto de manera muy elocuente, refiriéndose a la sociedad madura como "estado" y a la sociedad inmadura como "pueblo":

"Es un grave error confundir al estado con el pueblo. El estado es soberano, es el mayor legado de nuestra revolución. Pero el pueblo es un animal feroz al que hay que alimentar, manipular y dominar. He visto decenas de cabezas rodar desde esta terraza... Realistas, orleanistas, jacobinos, girondinos... Los gritos del público eran siempre los mismos, nadie reclamaba el indulto. Todos pedían la sangre, gritando, insultando, injuriando, reclamando las cabezas. La cabeza y los zapatos de Maria Antonieta eran su obsesión. Reclamaron todo su calzado. Ejecutan a una reina y piensan en sus piés."

Pan y circo. Siempre estamos pensando que en el gobierno debe haber alguien que en cualquier circunstancia pueda sacar un conejo de la chistera. El que siempre tiene la solución, con su genio e instinto secreto. Y como consecuencia se le ceden cada vez más poderes y nos apegamos al caudillismo. Esa es la inmadurez obrando, la incapacidad de asumir los problemas, de abandonar la pubertad y comenzar la adultez. El miedo a reclamar la libertad con sus responsabilidades asociadas. La aceptación de un sistema que comprende las ramas ejecutiva, legislativa y judicial sostenidas por columnas que descansan en bases teóricas primitivas, negándonos a vivir el siglo XXI al que tenemos derecho, mientras el resto del mundo avanza.

Qué fácil es ser agradecidos con la historia porque el jurista alemán Claus Roxin instauró las bases del derecho criminal moderno, que tanto se pidió a gritos para que altos jerarcas nazis, argentinos y de un sinnúmero de dictaduras fueran juzgados, porque se sabía que eran culpables pero no estaban las pruebas. Este alemán con su doctrina de "Teoría del dominio de la voluntad en aparatos organizados de poder" pudo garantizar el fin de esos regímenes y la correspondientes condenas. A pesar de aplaudir esta modernización en otros países, en el nuestro, con su corrupción flagrante y hedionda, tanto de izquierda como de derecha, nos negamos a aplicarla.

Dada esta realidad, los caudillos o "papás estatales" tienen muy clara la inmadurez o minoría de edad de ese estado, y la negación a reclamar su libertad. Y es de esta manera que como no trabajamos en salir adelante no hay desarrollo en ningún aspecto. Los "papás estatales" asumen el control con sus métodos arcaicos al negarnos a asumirlo nosotros. Damos la espalda a los problemas, a entender que las dificultades traen aprendizajes, a pensar en los demás, y a reconocer lo trivial, complicado y precario de nuestra vida colombiana. Rechazamos la oportunidad de poder ser exitosos en el intento y cedemos todo el poder para que una figura paternalista haga lo que le plazca, con la esperanza de que hará lo mejor por nosotros, desconociendo la cultura del país en el que vivimos.

Dejemos a los papás tranquilos, dejemos de ser menores de edad y asumamos nuestro momento histórico. Tengamos la madurez y la mínima responsabilidad de llevar a nuestro país al siglo XXI.

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Visitas: 231 / Comentarios anteriores (1):

2020-06-05 08:47:25 -
- Sofía Bernal de F.:
Excelente reflexión. Se observa claramente la influencia de tu papá.
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