Si no le temes a la sífilis, témele a la dependencia emocional
Reflexión / Miércoles, 8 de Julio de 2020 a las 06:26 PM
Autor: Jose Raul Bernal
Explicación de por qué en algún momento de nuestras vidas llegamos a estar en una posición miserable frente a los demás, y cómo cambiar esa situación.
Hay problemas que son sólo creencias y no permiten la realización.
Si no le temes a Dios, témele a la sífilis. Así rezaba un antiguo adagio que puso de manifiesto lo peligrosa que fue la epidemia de la sífilis, que llegó a cobrarse la vida incluso de grandes maestres de la música clásica como Franz Schubbert, producto de sus tendencias a la promiscuidad.
De esta manera, quiero dejar claro que si Dios en lo espiritual no nos importa y tampoco la sífilis en lo físico nos preocupa, en lo mental la dependencia emocional también puede someternos a un suplicio, que normalmente nunca llegamos a entender por qué debemos purgarlo.
Nosotros llegamos a sentir la dependencia emocional siempre en torno a una persona que denominaré "amo", y la experimentaremos de muchas maneras. Podemos identificarla cuando las acciones o palabras de cierta persona nos afectan o preocupan más de la cuenta, cuando necesitamos a esa persona constantemente, cuando vemos a esa persona como alguien que si no está la vida no tiene sentido.
Entonces en este punto nos damos cuenta de que Disney nos ha hecho un daño difícil de reparar en las concepciones que tenemos de las relaciones interpersonales. Nos vendió la idea de la dependencia emocional con el paquete de regalo de "amor ideal". Claro que nunca es tarde para reconstruir y cambiar ideas erradas en nuestra mente, pero eso sí, mientras más nos demoremos en comenzar a hacerlo, más difícil es. El hombre es un animal de costumbres, y si se acostumbró a ver, pensar y hacer las cosas de una manera, el trabajo para cambiarlo todo después será mayor.
¿Pero cómo llegué a la dependencia emocional?
Sabemos que este fenómeno aparece cuando conocemos a alguien que creemos especial. Y nos aferramos a la idea de compartir muchas cosas o todo con esa persona. El segundo paso es olvidarnos de todo lo que amamos, hacemos, nos apasiona y nos gusta, para dedicar todo nuestro tiempo a la alabanza y glorificación de esa persona especial. Básicamente cuando entregamos las llaves de nuestra existencia. Y el tercer paso es cuando después de haber recibido mucha aprobación y muy buena retroalimentación por lo que hicimos, finalmente no quiere estar más tan cerca de nosotros.
La idea que todos nos hacemos de esto en este punto es muy negativa contra esa persona. Unas lo llaman falta de compromiso, indecisión, egoísmo, etc. En realidad lo único que ha sucedido, es que el amo percibió ya la idea de que es responsable de las emociones del dependiente emocional, de que controla la situación con un dedo, y de que tiene que dedicarse de lleno a controlar a su nuevo esclavo, porque éste ya no quiere invertir tiempo en sus quéhaceres... Los ha abandonado todos para estar con su amo.
Para el amo esta es una situación supremamente incómoda, y va a buscar salir de ahí inmediatamente, porque él si es una persona autónoma, no está dispuesta a abandonar sus obligaciones, pasatiempos y pasiones, además la actitud del dependiente emocional resta toda la atracción que hubo en un comienzo. A quién le puede interesar alguien sin una historia, sin identidad y sin pasiones? Es sólo otra persona más. Además, no va a tener que trabajar por generar ninguna atracción con su interlocutor... No hay metas por cumplir para el enamoramiento. Esto es completamente decepcionante.
¿Y cómo puedo evitar caer en la dependencia emocional?
A mis 33 años yo ya estuve en ese purgatorio un tiempo prudente, y me hacía todo tipo de preguntas, no entendía por qué estaba siempre del lado ligero de la balanza si no le hacía nada malo a nadie. Incluso llegaba a considerar que debía ser un poco descarado y atrevido para invertir la posición, algo que nunca funcionó. De hecho empeoraba el problema, porque además de poco interesante o atractivo, ya era medio conchudo y poco tratable.
Las cosas empezaron a mejorar un poco cuando comencé a revisar un poco la literatura de Eckhart Tolle, donde se habla continuamente del ego. Tolle describe al ego como una enfermedad colectiva de la mente, donde la gente siente dos cosas constantemente: necesidad o miedo. Necesidad de ser reconocido o identificado con la forma, y miedo de no ser aceptado o no ser suficiente. Debemos liberarnos del ego cuando pensamos, hablamos y actuamos. Para conocer este tema recomiendo sus audiolibros, no quiero estar vendiéndome como el gran lector que no soy. Hasta aquí está todo muy bueno para el que quiere ser un budista que permanece encerrado en un claustro en los Himalayas, purificando su alma y su existencia... Y qué hay con los que somos personas sociables del mundo occidental?
Desde hace unos 5 o 6 años vengo creyendo que lo primero que uno debe hacer para situarse en el lado correcto de esa balanza conformado por esclavo y amo, es construir un mundo y una identidad propia. Esto nos da un marco de referencia en el que vamos a generar unas creencias, unas estructuras conceptuales del mundo, y unas visiones. Si realmente hemos construido ese mundo, porque nos hemos pasado años trabajando en él, podremos hablar de nuestras concepciones, visiones y estructuras y todo será congruente, tendrá sentido y cualquier que nos escuche podrá admirarnos, hacer observaciones, y encontrar valor en nuestro estilo de vida. Van a sentirse como visitantes en un nuevo mundo que les resulta agradable y en el que van a querer permanecer, a veces indefinidamente.
¿Listo, pero qué es construir un mundo y una identidad?
Es muchas cosas. Es cómo vamos a invertir el tiempo que tenemos disponible para nosotros mismos. Dado que en promedio gastamos 8 horas durmiendo, y 8 trabajando en el día, tenemos alrededor de otras 8 horas ociosas diarias. Quien desperdicia esas 8 horas diarias, con probabilidades muy altas será un dependiente emocional. Ese tiempo debe ser invertido en un proyecto personal, en un hobbie, en intereses particulares donde uno puede volverse una autoridad y todos te consultan. Las redes sociales, las series, la TV son todas muy entretenidas y pueden ser planes excelentes de un domingo, o a ratos, pero no deben volverse un estilo de vida, porque literalmente no aportan nada.
En mi caso, podría decir que he entregado mi tiempo libre al ciclismo que practico por lo regular 4 veces en la semana, al desarrollo de software que además de ser mi trabajo es mi pasión, formo parte de un consejo de administración voluntariamente, y me encantan la historia de la guerra y el cine. Con estas actividades en mi agenda constantemente me resulta difícil tener tiempo para perder. Creo que lo que finalmente me sacó de ese agujero de la dependencia emocional, fue tener muchas cosas por hacer que me aportan.
Siempre que conozco personas nuevas me hacen todo tipo de preguntas acerca de cómo es programar, si es difícil, cuánto me demoro, etc... O hasta dónde he ido en bicicleta? Cuánto llevo montando, a dónde voy? Son conversaciones muy diferentes a cuando no hay nada para contar, cuando no representas nada y cuando pierdes el tiempo. Una manera de medirse uno mismo, es qué tan interesante puedes resultar hablando en una reunión entre amigos, y qué tanto puedes contar.
Nuestra tarea nunca debe estar centrada en tratar de agradar a los demás por fuerza. Eso generará una fuerza en sentido contrario. Nuestra tarea debe estar enfocada en sentirnos orgullosos de qué hacemos, cómo invertimos nuestro tiempo y en nunca sentirnos culpables de qué hacemos con nuestras vidas. Cuando vemos una figura interesante en nosotros mismos, los demás verán algo todavía mejor.
Esta es la mejor manera que yo he conocido para abandonar la posición del dependiente emocional. El que nunca tiene un plan, el que nunca tiene nada para contar, el que lo embisten l(@)s que lo deberían querer desvestir.
Escribe un comentario acerca de esta nota:
EnviarVisitas: 188 / Comentarios anteriores (0):