Ruta El Peñolsito (Entrerríos - San Pedro) / Diciembre de 2019
No le pido al mundo que se convierta en un paraíso después de esto, pero ojalá que este receso que le estamos dando todos a nuestras vidas sirva para algo, y no sólo a nosotros, sino a todo nuestro entorno, a nuestro mundo.
Hoy cumplo un mes de haber dejado mi vida "normal" a causa de toda la crisis que se está presentando en la actualidad. Afortunadamente hasta ahora no me he visto afectado laboralmente, cuento con un equipo de trabajo y unos superiores de mucha calidad humana que han hecho todo lo posible por evitar recortes que afecten nuestra estabilidad, aunque la situación no deja de ser de mucha precaución.
Me acuerdo que cuando tenía apenas un año en esto, por allá a finales del 2014 tuve un accidente memorable bajando por Los Balsos. Si no hubiera tenido un casco puesto fijo me hubiera matado. Sabía que iba a estar varios meses fuera del mundo de la bici y por supuesto acerté, no fue difícil adivinar teniendo en cuenta que terminé con más puntos en la cara que Victor Frankenstein, me disloqué un hombro, terminé con heridas en todo el cuerpo, casi ni me podía mover y en mi ceja izquierda sigo luciendo un souvenir de mi paseo por dos clínicas. Ni si quiera en ese momento llegué a considerar que estaría tanto tiempo alejado de la bici como ahora, que estoy completamente sano.
Por supuesto que todo tiene sus ventajas también. Creo que la gente ha podido sentarse a reflexionar sobre cómo vive, si lo que hace está bien o no, si lo que extraña es lo mismo a lo que siempre le ha dado tanta importancia. Nosotros los pandilleros del MTB sabemos que al menos en lo que a bicicleta se refiere, si extrañamos eso a lo que siempre hemos otorgado mucha importancia. La mayoría piensa en cómo será su rendimiento apenas terminé esta situación, los que se estaban iniciando les tocó guardar la bici recién comprada y los que ya querían venderla porque no lograron engancharse, pues ya va a ser más complicado.
Por mi parte lo que sé que más voy a extrañar es madrugar, ponerme el traje de super héroe, saludar gente durante todo el ascenso, llegar al Alto de Las Palmas con el cuerpo echando humo como Gokú en la 4ta. transformación, con el corazón en la mano y toda la ropa llena de sal del sudor. Y creo que hay una cosa que incluso el que no practica este deporte ya se debe imaginar que uno extraña: ese descenso de media hora hasta San Diego, el viento en la cara, el paisaje desde los miradores, y el simple hecho de que sabes que saliste simplemente a ser más saludable.
Creo que todo esto sólo significa que hace tiempo teníamos que parar y siempre estuvimos posponiéndolo, hasta que la naturaleza se vió en números rojos y a la fuerza nos lo impuso bajando la talanquera. Alguna de mis compañeras de rodada decía en estos días en una de sus publicaciones de Facebook que se imaginaba yendo para La Valeria y que ya no podía hacerlo. Yo creo que cuando podamos volver, La Valeria va a ser bien diferente. Creo que muchos caminos por donde pasábamos los que practicamos MTB, que estaban llenos de raíces, pantano, tierra o piedras, cuando volvamos van a estar completamente cubiertos por vegetación: como lo dirían los hippies y los ambientalistas, la Pachamama haciendo inventario y recuperando todo lo que le pertenece.
A la mayoría de ustedes los he leído mucho, no le envío saludos ni le escribo a todo el mundo pero si soy medio chismoso en algunos de sus muros. Todos están ansiosos por volver a rodar y no crean que yo no. El día que volvamos a sacar a pasear las bicis va a tener que ser algo digno de portada de periódico. Hasta entonces, les deseo mucha salud a ustedes, a sus familias, a sus seres queridos y cercanos, y por favor cuiden mucho a los abuelitos y los familiares de edad. Recuerden hacer caso y quédense en su puta casa turururu... Espero volver a verlos por ahí, riders, en alguna carretera, sudando, felices, cansados, pedaleando.